miércoles, 14 de marzo de 2012

Teoría de la zapatilla o cómo educamos hoy



 
Tenía yo unos seis añitos cuando desencadené una de esas rabietas sonadas, más propias de los dos, tres años, de las de llanto, pataleta y tozudez, de las que sabes por qué empiezan pero acabas llorando más, sin saber qué la originó. Creo recordar querer el columpio en el que estaba mi amiga y empujarla por no dejármelo, lo que no olvido fue el tirón de orejas que me dio mamá y que me levantó a pulso del suelo.
imagen: bebes.com
Hoy mi madre estaría denunciada, poco menos. Pero mamá es estupenda y yo no acarreo traumas infantiles y creo ser una persona bastante normal. Eran otros tiempos. Los tiempos en los que el maestro era toda una institución, en los que papá te miraba y ya sabías que debías permanecer calladito o que dejaras de hacer la trastada de turno. Para nuestros padres, entonces, no había revistas al uso de “crecer feliz”, ni blogs, ni escuelas de padres. Los psicólogos no diagnosticaban hiperactividades ni estrés infantil y los pediatras no daban más información que la relativa a la salud física.

Todo esto lo cuento porque hoy quiero hablaros de lo que voy a llamar “la teoría de la zapatilla”, en honor a mi amiga Carmen, que divertida me cuenta cómo en su casa, la zapatilla de su madre era muy socorrida cuando sus hermanas y ella la organizaban en casa.

Para nada defiendo la fuerza física para educar a un niño. Creo que no hace falta si desde el principio, desde bien pequeños, los educas en el respeto, les marcas unos límites y les sabes decir que no cuando es no y sí cuando es sí. Pero de no poder dar un azote a permitir todo a nuestros menores hay un abismo. Ahora son muchos los profesores atemorizados por sus alumnos y más los padres que no saben como tratar a sus hijos adolescentes. ¿A quién de vosotros no han castigado alguna vez sin salir de casa un fin de semana?. Hoy no sabes cómo hacerlo a riesgo de que acabes en el calabozo. Si bien hemos mejorado muchas cosas, hay otras cuestionables o al menos yo pienso que en algo nos estamos equivocando.

Límites, normas, coherencia, respeto, valores y en fin educación desde la más tierna infancia. Alguien dijo: “dame un niño de 0 a 6 años y te daré una persona”. Estoy de acuerdo. Eduquemos desde los cimientos  o acabaremos con un “hermano mayor en casa intentando educar a nuestro adolescente*”. Para reflexionar.



*Para los que leéis el túnel desde fuera de España, Hermano mayor es un programa de TV donde un coach ayuda a familias a resolver graves desencuentros con sus hijos adolescentes.


3 comentarios:

  1. Cuando yo iba al colegio, había un profesor al que le encantaba dar capones con el nudillo, tirar de las orejas hasta levantarte del asiento, y te pisaba los pies, si sobresalían por debajo de las sillas... esta actitud, desde luego, me alegro que ya no exista, pero no me parece bien que los profesores esten atemorizados por los alumnos...
    ES complicado hacer las cosas y educar bien desde los cimientos, no hay un libro en el que se recoja todo esto.
    Ayer, sin ir mas lejos, cuando llegué a recoger a mi niño de dos años y medio, me surgió una gran duda, venia con el moflete mordido dos veces, todos los dientes marcados, las que sois madres y habeis pasado por los mordicos, sabeis el aspecto que tenia su cara.
    Que le tengo que decir a mi hijo "no cariño, no se pega" pero el me dice "el nene grande me ha pegado a mi".. tengo valores, y se que la fuerza nunca debe ser usada, pero tampoco quiero que mi hijo sea el centro de todos los golpes, no es la primera vez que le pasa.
    Y ahora direis que son pequeños y es normal, claro que es normal, lo que no es normal es ver a una profesora diciendole a un niño que no se muerde y el papa, de pie, delante de esta escena sin ser capaz de reprender a su propio hijo.. conclusión.. ese niño, seguirá pegando, mordiendo.. y quizas si necesiten a un hermano mayor....

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  2. Miri, esa etapa es terrible. Cuando mi hija mayor iba a la guardería tb tenía una compañera que pegaba, tiraba de los pelos, arañaba y mordía. Era desesperante y los padres de la criatura más desesperantes todavía.

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  3. En mi casa tambien corria la zapatilla de mama y no tenemos ningun trauma, la recordamos como algo gracioso pero ninguno de los hermanos la usamos, besos desde mi barco

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