martes, 26 de junio de 2012

Cuando lo alternativo es la familia


Ayer me quedé viendo la entrevista que Julia Otero realizó a Alejandro Sanz. De todas las cosas que dijo y no dijo el dueño del “Corazón partío”, hubo una que me sugirió escribiros este post. Así, le cuestionaron su matrimonio por la iglesia a él que presume de alternativo y el gaditano de adopción contestó: “quizá por eso me he casado, porque lo alternativo ahora es el matrimonio y formar una familia”. Cierto. Ahora que a mi alrededor la gente se separa a diestro y siniestro y se reparten la casa, los días de la semana y los hijos con facilidad, seguro que sí, que lo raro e inusual es mantener tu familia a flote.
Alejandro Sanz en Paraíso Express
Los tiempos que vivimos no ayudan desde luego. Personalmente creo que no vivimos una crisis económica, vivimos una crisis sistémica. El sistema capitalista se derrumba, no se sostiene y asistimos a una tremenda crisis de valores, a una insatisfacción permanente. Tiramos comida de nuestra nevera que se estropea, tenemos más de dos coches en casa, si no nos hipotecamos no hemos logrado el éxito, si no vamos de crucero en vacaciones o planificamos el viaje ideal no son vacaciones. Un armario repleto de ropa y nunca es suficiente. 300 amigos en Facebook y no hablamos con el vecino. El sistema que ahora se derrumba nos “liberó” a las mujeres y enfermó a nuestros hijos. Los niños de la llave, los llamo yo. Los que tienen ipad, ipod, iphone y algunos además, fracaso esolar, depresión, ansiedad, etc. Cuidado, para nada estoy tremendista, sólo reflexiva. Algo no hacemos bien.
Todavía tengo que defender muchas veces mi opción vital de quedarme en casa ahora que mis hijas son pequeñas y ser yo y no empleados o campus los que se ocupen de ellas. Lo peor es que son las propias mujeres quiénes más te cuestionan. No superamos el cliché de la ama de casa que se queda malcriando niños, con el trapo en la cabeza y viendo Ana Rosa Quintana. Nada más lejos de esta mamá y de muchas otras que conozco. Tengo muchas amigas profesionales, altamente cualificadas que llevan sus profesiones de manera brillante y apenas sus hijos si sufren su ausencia. Son las menos, pero éstas cuentan con la inestimable presencia de un papá funcionario en casa que se hace cargo de los niños. Tengo otras, unas cuantas, que pensaron en no cambiar su vida laboral en nada cuando tuvieron hijos. Muchas de ellas, se dejan medio sueldo en canguros y aulas matinales y el otro en el psicólogo o en el profesor particular. Otras han decidido no tener hijos para no renunciar a su status profesional. A todas ellas las respeto.

La familia, tradicional o no, sigue siendo un pilar fundamental de nuestra sociedad. Debemos dedicarle tiempo. Sé que muchas veces es difícil y yo me siento privilegiada de tenerlo. Por eso, ya sabéis, que desde el túnel siempre grito ayudas para las mamás que deciden hacer un alto en el camino y cuidar de sus hijos. Siempre que reclamo que las mamás coticemos en la seguridad social recibo un aluvión de visitas a mi blog. Alemania, Noruega, Finlandia, dan un sueldo a las mamis o papis que se quedan en casa. Porque nuestra sociedad se está enfermando de inafectividad, de falta de tiempo y compromiso con los que queremos.
Estoy orgullosa de permanecer en el lado alternativo.



jueves, 21 de junio de 2012

Verano, hace tiempo te esperaba


ilustración de Anna May Dona

Para descansar, para montar en bici, para pasear por la playa, para perderme por ese pueblo desconocido, para no tener horarios, para comer sandía fresca en el jardín, para pasear al frescor de la media noche, para estar con los que quiero. Por los desayunos tranquilos y alegres, por ese rato maravilloso en el que me pierdo entre las hojas de un buen libro, por el chapuzón que me doy con mis hadas, por el cuore clásico de frigo y una Sandy bien fresquita. Te juego una partida al trivial o me lanzo contigo a bailar. Menos mal que llegas ya, verano. Hace tiempo te esperaba. Un beso a todos los que os internáis en mi túnel, no dejéis de vivir las pequeñas cosas.

miércoles, 13 de junio de 2012

Despidiendo el curso. Entre lazos, agradecimientos y recuerdos


Papá y yo nos acomodamos ayer en las butacas del auditorio. Función de verano. Mis hijas y sus amiguitos despidiendo el curso. Canciones, risas, colores, un, dos, tres, se abre el telón, un, dos, tres, se cierra el telón. Largo y cálido verano por delante. Podría hablaros de lo preciosas que estaban mis hijas, de cómo la crisis ha llevado a papás y maestros a aunar esfuerzos y hemos reciclado camisetas, recosido faldas, hecho manualidades y prestado de curso a curso todo lo  servible para que nada desluciera la gran fiesta de fin de curso. También podría hablaros del vértigo que me produjo pensar que mi pequeña pizpireta deja infantil y se adentra el curso que viene en primero de primaria. Ni que decir tiene que su hermana, tan resuelta ella en su interpretación, lloraba anoche sin consuelo pensando en lo mucho que extrañará a su profesora e imaginando cómo será su nuevo tutor. Pero todo eso lo dejaré para septiembre.

Dormidas ya más bien tarde anoche, fui recogiendo las horquillas, el maquillaje, sus vestidos y lazos, zapatos y zapatillas, en fin, toda la marabunta que mis chicas y yo dejamos en el baño para salir anoche arregladas para la ocasión. Si algo me había emocionado, repasaba en pensamientos mientras ordenaba, había sido la despedida de los alumnos de cuarto de la ESO que dejan este año su cole de toda la vida. Sus abrazos emocionados, su manteo a profesores, sus lágrimas pero también su ilusión, el saber que ahora empiezan ellos, que sueltan la mano de quien les ha enseñado y guiado tanto tiempo. No sé si me explico. 

Me miré al espejo y me vi a mi misma unos cuantos años atrás. ¡Qué maravillosos años¡. Esos en los que tienes todo por hacer, mil caminos por escoger, ese momento en el que te das cuenta de que has crecido y valoras todo lo que dejas atrás. Arropé a mis hijas que dormían plácidamente y me senté en su cama. No tengo ni idea de si finalmente, según sus proyectos actuales, serán mañana veterinarias, ingenieras o “pintureras, mami”. Pero agradezco que junto a nosotros sus padres, crezcan felices rodeadas de sus amigos, de buenos maestros y de su cole que las arropa y las ve crecer. Desde aquí mi más sincero agradecimiento a los profesores y maestros que nos ayudaron a crecer, a ser y a los que hoy acompañan a nuestros hijos. Feliz verano. 

lunes, 4 de junio de 2012

Llorar para seguir corriendo.


imagen: 123rf.com

Pues sí, tengo el jardín del túnel un poco descuidado en estos días. Lo siento por los que os habéis adentrado en él sin disfrutar de nuevos posts. Y claro, claro que han pasado cosas, sólo a estas horas, cuando duermen Pitagorina y Pizpireta, cesa la algarabía en esta casa. Estoy cansada. Sólo es eso. El papá de las hadas dice que suele pasarme cada año en esta época, que me da, como decirlo…. el bajón. Fue la semana pasada. Cuando dejé a Pitagorina a las seis en sus clases de inglés y crucé como si corriera el rally de Montecarlo las calles de mi ciudad para estar también  a las seis viendo el ensayo final del festival de Ballet de mi pequeña Pizpireta. Casi me enviste otro coche, aparqué encima de la cera, as usual, pero llegué justo en el momento en el que el acto empezaba. Mi dulce hada sonrió. Su mami había llegado para verla, como las otras mamis. 
Esa noche, al acostarme, sentí un intenso dolor en la espalda, nada serio, una contractura muscular de esas que te impiden mover la cabeza de un lado a otro, de las que te impiden alzar los brazos para hacerte una coleta. Me senté en la cama y empecé a llorar. Lloré como hacía tiempo, como una niña. Ya no sabía qué era lo que me dolía pero era cansancio, de eso estoy segura.
Me paso el día corriendo, nada nuevo, seguro que tú también. Corro en la mañana temprano, corro para ir al cole, corro para comprar, corro para escribir, corro para recogerlas, corro para cocinar, corro para arreglar mi casa, corro para depilarme (el otro día salí de casa con media pierna sí, media no), corro para llegar a tiempo a las actividades de mis hijas, corro para leer con una mientras corro a corregir los deberes de la otra, corro para ducharlas en natación, corro para hacerles la cena y luego corro para recogerlo todo, acostarme deprisa y levantarme a correr otra vez. Hago de maestra, de taxista, de médico, de psicóloga, de gestora y empresaria, de cocinera, limpiadora y cuentacuentos, hago magia y malabares todos los días. No me subo a ningún podio, ya no me pongo los tacones para ir a la oficina, no ingreso, pero trabajo y mucho. Como tú, necesito unas ligeras vacaciones. “¿Estás mejor, mami?, claro corazón, duérmete que mañana tienes un examen.”. Pues eso, dulces sueños. De nuevo estaremos mejor y seguiremos corriendo.