La estrategia del molde de las
galletas no es valida para nuestros hijos. Eso lo tengo clarísimo. Cuando
Pitagorina y Pizpireta no eran más que dos bebés yo acumulaba grandes proyectos
para ellas y la clara certeza de ofrecer a ambas las mismas oportunidades. A medida
que van creciendo me doy cuenta de que eso no es del todo factible. Me explico:
en la medida de lo posible les ofreceré iguales oportunidades pero con
seguridad que por caminos distintos.
dibujo: Daniela Martínez |
Lo que inspira a un niño puede
desanimar a otro. Nuestros hijos son únicos y diferentes. Estoy convencida de
que la artista de mi familia es mi hija pequeña. Podría decorar las paredes de
casa con sus alegres, vitales y coloristas dibujos. Mirad qué retrato me hizo
ayer en un pispas. Si papá pinta una habitación, ella es la primera en coger la
brocha, si hay que arreglar algo “yo te ayudo mamá”. Sus regalos preferidos han
sido una caja de herramientas y una caja de pinturas “de profesional, mami”
porque como bien decía no hace tanto “yo de mayor quiero ser pinturera”.
Pitagorina detesta pintar, ella
prefiere zambullirse en un libro u observar la naturaleza y adoptar bichos.
Igual le hace una casa a una mariquita que le da de comer a una lagartija para
desesperación mía que tengo pánico a todo eso pequeño que se mueve.
Ahora son pequeñas pero apuntan
maneras, tendré que seguir observándolas y escuchándolas, valorando sus
cualidades y respetando sus diferencias. Se van construyendo en mi casa dos
personitas, paso a paso, cada día.
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