lunes, 25 de noviembre de 2013

Lecturas de otoño

Ilustración: Kim Ji Hyuck
Hace mucho frío fuera del túnel. Dentro disfrutamos de cálidas lecturas de otoño. Pitagorina está sumergida en las aventuras de las mellizas O'Sullivan en el internado de Santa Clara. Todo un clásico de Enid Blyton que yo misma deboraba a su edad.
La pequeña Pizpireta está entusiasmada con la nueva colección de Perla, de Wendy Harmer y el papá de las hadas envidia nuestra frenética actividad lectora.

Yo releo de nuevo El despertar de la Señorita Prim, ópera prima de Natalia Sanmartin Fenollera, editada por planeta. Es el primer libro propuesto en el club de lectura al que pertenezco. Club Macondo Lector. Sin ser una obra exigente, es del todo amena y te invita a la reflexión y a la introspección. Realiza una interesante crítica del sistema educativo, si bien su planteamiento alternativo resulta utópico. No sé si utópico pero sí novedoso resulta la alternativa a nuestro sistema educativo propuesta en el libro rEDUvolution, de María Acaso y que juega con las palabra educación y revolución.Os dejo aquí un interesante enlace a la entrevista que concedió la autora al diaro ABC. Ficticio, irreal, alcanzable, pragmático o no su razonamiento, como mínimo, resulta interesante

viernes, 8 de noviembre de 2013

Restaura el corazón y muéstrate agradecido

Ilustración de Davor Pavelic
De vez en cuando deberíamos restaurar el corazón. Ya sabes, darle una buena capa de pintura. Y así en cada pincelada recordaríamos momentos bellos y personas importantes que lo dejaron "tocado", que lo hicieron grande y sensible que en algún momento le imprimieron fuerza. De vez en cuando deberíamos mostrarnos agradecidos. Hoy me ha emocionado leer en la red la carta que Albert Camus escribió a su profesor de Primaria, Louis Germain, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura.



Querido señor Germain:

Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo.


Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continuarán siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Lo abrazo con todas mis fuerzas.

Albert Camus

Hoy le he dado un abrazo a la profesora de mis hijas. La pérdida de uno de sus seres más queridos no le impide enfrentarse con una sonrisa a su trabajo diario con los niños. Ella, todavía mis hadas no lo saben, cincela y colorea el corazón de mis hijas.

martes, 5 de noviembre de 2013

Quizás esté algo cansada....no puedo ser tan despistada !!!!

Janet Hill ilustraciones
Claro. Claro que me ha pasado. Más de una vez. Dejarme las llaves puestas y el coche en marcha y bajar y hacer mis recados como si tal cosa. Dejar la puerta de casa abierta de par en par, ya sabes, por si alguien quiere visitarme mientras no estoy. Poner sal a un yogurt y azúcar a una sopa. Eso también. Llevar a las niñas con la ropa cambiada y pensar en lo que ha crecido una de ellas. He quemado lentejas y camisas. En eso casi soy experta. Pero hoy, lo de hoy, eso no me había pasado todavía. Te lo cuento. Después de una tarde de esas de voy corriendo que llevo a una a catequesis, que luego tiene guitarra, que aparco dónde hay un espacio plano, que pregunto Conocimiento del Medio, compro, saco al perro, doy clases de inglés, hago la cena, intento colgar un cuadro, ducho a las hadas, recogemos el túnel y bueno, no sé cuantas cosos más, entonces, me llega el momento.
Y digo, por fin, y me meto en la ducha. El agua ardiendo. Un día de estos me quemo. Los ojos cerrados, cansada, disfrutando del calor, concentrada en el sonido que canta la ducha, la mente en blanco. Quince minutos. Salgo, me seco, me hidrato, me pongo el pijama y ainnsss.. me doy cuenta de que ni me he enjabonado el cuerpo y ni por asomo me he lavado el pelo. En fin.