domingo, 13 de enero de 2013

A veces me escapo. Mamá buscándose un rato a ella misma


Ilustración: Jack Vettriano

Lo confieso. A veces me escapo. Suele suceder el sábado o el domingo por la mañana. Medio abro un ojo y pongo un pie en el suelo con extremada precaución, no vaya a ser que se despierte el papá de las hadas o amanezcan tan temprano Pitagorina y Pizpireta. Me visto a tientas, con lo primero que coge mi mano del armario y con las deportivas en la mano, bajo de puntillas las escaleras, enfadada conmigo misma y diciéndome como la edad empieza a hacer cantar todas las articulaciones de mi cuerpo. En el silencio que reina la mañana, os aseguro que yo siento que armo un concierto. Ya estoy abajo y arriba siguen durmiendo, los tres. ¡Bien!. Con la cara lavada, las ojeras en  modo on y una coleta de caballo que casi siempre me acompaña, me dispongo a salir de casa, no sin antes engañar a mi perrita Dalsy con una chuche para que se calle y no descubra mi fuga.
Siiiiiiií. Estoy fuera. No, no te pienses que salgo a correr (debería) o que me voy sola a hacer la compra. Nada de eso. Esta fugitiva se va caminando a comprar el periódico y se para en la única cafetería en la que le sirven el café en el punto óptimo. A saber: corto de café, con la leche tibia tirando a caliente, sin azúcar y sin espuma y en vaso. Ay sí, por un momento del fin de semana en la mañana me siento Silvia y me regalo una lectura tranquila y sosegada de la prensa que no leo en toda la semana. Soy una romántica sin remedio y aunque puedo descargarme en la red todos los tabloides del mundo, a mi me gusta pasar las hojas de mi periódico, empezarlo por detrás y acabarlo por el principio, mancharme las manos de tinta y leer mientras tintineo la cucharilla en mi café. Y todo a horas temprana, mientras la ciudad duerme. Por eso me gusta tanto, porque es casi un espejismo, el oasis que me da fuerzas para volver a casa y recibir a mis enanas que se cuelgan con sus pijamas calentitos sobre mi espalda.
Lista para ser mami de nuevo. El otro día mi amiga Raquel que es mami de un bebé y una niña muy pequeñita me hizo reir porque soñaba “con un día entero durmiendo”. Mis hadas ya son grandecitas para que su mami pueda dormir la noche entera, pero es curioso como cuando ya puedes hacerlo, tu organismo no te deja. Yo suspiro por tener más tiempo y más sueño, dos de los bienes más preciados y escasos de mi vida. En fin, sólo deciros que de vez en cuando, os miméis un poquito. Hacer stop y cargar pilas es fundamental para sobrellevar esta maravillosa función nuestra de ser mamis a tiempo completo, los 365 días “y seis horas”, que añadiría mi preciosa Pitagorina que tiene el año.

5 comentarios:

  1. Hace tiempo que no me pasaba por aquí (y por otros tantos sitios...) y sigue siendo un placer leerte por tu forma de contar las cosas. Me encanta :-)

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  2. Gracias Eduardo¡¡. un placer tenerte por aquí. Te deseo lo mejor en este año.Silvia

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  3. Acabo de caer por casualidad aquí, estoy en busca de ilustraciones para un trabajo de la uni. Me ha encantado tu forma de escribir y de expresarte. Me he entretenido leyendo unas cuantas cosas, y te aseguro que solo soy de leerme revistas y mas revistas, eso si de arriba abajo, pero otro tipo de textos, nunca me han enganchado. Te sigo el blog, me ha gustado. Te invito a que tu tb puedas conocer el mio. Es otra temática pero igual te gusta. Un saludo

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  4. Aquí te lo dejo http://estademoda-marlafra.blogspot.com.es/ . Un saludo

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  5. Encantada de tenerte en mi túnel Marlafa, siéntete bienvenida¡¡. Por supuesto que voy a visitar tu blog¡¡. Abrazos

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