Ilustración de Claire Fletcher |
Mi visión optimista de la vida me
dice que quizás la crisis nos ayude a educar mejor. Esa palabra con la que
conviven nuestros pequeños desde hace ya unos años y que se ha instalado en
algunos hogares de forma cómoda y a sus anchas, sin que la inviten, sin
preguntar. Y si, demos gracias, en tu casa no ha entrado, sabes que está
durmiendo en casa del vecino, de un amigo, de un hermano. Ahí está. Lo saben
hasta nuestros pequeños.
“Este año, con la crisis, no
habrá tantos regalos, mami”, me dice Pitagorina a lo que yo asiento. Hemos
redactado nuestras cartas a los Reyes Magos (Klaus sólo nos deja dulces y algún
que otro cuento) y, la verdad, me han
sorprendido mis pequeñas. Su papá y mamá ya saben que sólo llegarán tres regalos,
uno por cada rey.
Años atrás, en mi casa, como
imagino en la tuya, el salón amanecía inundado de regalos, hasta de los que no
se habían pedido. A veces pensamos que son nuestros hijos los que piden y
demandan y no somos conscientes de que somos nosotros, sus padres, quienes
generamos sus necesidades. He visto a mis pequeñas ignorar al juguete “trending
topic” de la Navidad, el más caro, el más difícil de encontrar y pasarse la
mañana de reyes divertidísimas vistiendo a sus viejas muñecas con los lazos que
adornaban el nuevo presente.¿ A qué a ti también te ha pasado algo parecido?
No olvidemos que en estas fechas lo que necesitamos es dar y recibir tiempo con
nuestros seres queridos. Juega con tus hijos, disfruta de preparar deliciosas
recetas con ellos, pon el nacimiento y el árbol, llama a quién hace tiempo no
llamas, sonríe a ese vecino del que desconoces su nombre pero al que te cruzas
cada día, si alguien te pide y puedes ayudarlo, hazlo, te será devuelto el
doble. Dile a tus hermanos lo mucho que
los quieres, pero díselo, necesitan oírlo. Abraza. No hay mejor consuelo que un
abrazo, ni palabra más hermosa en el diccionario que pueda suplir su
significado. Comparte lo que tienes. Regala una carta escrita, toma un café con
tus amigos. Siente que estás vivo. Disfruta del sol, del frío que te hiela los
huesos, señal de que sientes, estás y percibes. Da las gracias todas las mañana
por poner los pies en el suelo y sonríe, mejor, ríete mucho. Y si crees que la noche está cerrada para ti,
recuerda que siempre está el amanecer.
Feliz Navidad mis queridos paseantes
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