Pitagorina llegó ayer
apesadumbrada del colegio. Una de sus amiguitas se marcha a otra ciudad en un
par de semanas. Al parecer a su mamá no le renuevan contrato laboral. Justo
también ayer supimos que otra amiguita de sus clases de ballet se traslada a
otro país con su familia. – ¿Por qué se van mis amigas?, ¿no están bien aquí?,
¿también podemos irnos nosotros mami? y ¿qué es eso de la crisis?. Toda una batería de
preguntas que, como es costumbre en mi pequeña de siete años, me hizo justo a
la hora de irse a dormir.
imagen: El Pais |
La avalancha de malas noticias
que recibimos a diario, el noticiero de fondo, las charlas de los adultos en
las comidas de fin de semana, no escapan a los más pequeños. Sí, debemos
explicarles a nuestros hijos qué es lo que está sucediendo y hacerlo según su
edad. Hoy por hoy vivimos un momento en el que la economía familiar se resiente
y no podemos educar a nuestros hijos en una burbuja que los aísle. Los que camináis
conmigo por el túnel de forma habitual sabéis de mi visión optimista y vitalista
de la crianza de los hijos, no estoy hablando de traumatizarlos sino de
enseñarles de una forma pedagógica a que aprendan a valorar lo que tienen y se
esfuercen para conseguirlo.
A mí ayer me vinieron muy bien las preguntas
de mi hija para explicarle qué es eso que llaman crisis. A decir verdad, fue
papá quien le explicó a ella y a su hermana en forma de cuento por qué
trabajamos, por qué producimos, por qué consumimos, por qué ahorramos y qué ha
sucedido ahora para que todo se haya reducido. Por eso hay que apretarse el
cinturón y esta comparativa, claro está, no la entendieron mis pequeñas y así
les expliqué: los papás van menos restaurantes, compramos menos prendas de
vestir o nos privamos de adquirir caprichos tecnológicos, o aguantamos con el
coche que puede esperar a cambiarse un añito más. Los niños también pueden y
deben ayudar entendiendo que no se
pueden comprar chuches todos los días, o reduciendo la paga semanal por
ejemplo.
El sentido económico y el moral están relacionados. Gastar más implica
responsabilidad y debemos ser capaces de explicar a nuestros hijos, teniendo en
cuenta su edad, que no podemos comprar más de lo que nuestra economía nos
permite. Tolerar las frustraciones cotidianas es un buen aprendizaje para la vida
futura de nuestros hijos. Personalmente creo que este contexto histórico y
social en el que nos está tocando educar a los más pequeños puede y debe ser
positivo. Comparto aquí las palabras del Doctor Estivill: "La crisis
salvará a los niños, seguramente los enseñará a sufrir, estarán educados en la
frustración. El éxito es algo totalmente puntual, hemos de tender a buscarlo,
pero el camino al éxito está lleno de frustraciones. Hasta ahora los niños lo
tenían todo".
Muy interesante reflexión.
ResponderEliminarMis hijos son pequeños aún para esas preguntas; pero de verdad que me parece que habéis tratado el tema de forma admirable.
Pero también estamos viviendo algo relacionado con lo que comentas: mi hija últimamente tiene una bajíiiisima tolerancia a la frustración. Lo pasa mal, lógicamente, porque el día a día está lleno de pequeñas frustraciones. No sólo el de los adultos, sino también el de los niños: ahora me gustaría jugar pero es la hora de comer, ahora no me quiero ir a dormir, me gustaría que me compraras esas chuches pero no lo haces...Es importantísima esta etapa, o al menos así lo veo yo. Como tú dices, es necesario aprender a vivir con esas pequeñas frustraciones para crecer y estar preparado para vivir en el mundo. Eso sí, como madre me tiene totalmente desquiciada!!!! A veces me gustaría decirle: "anda, toma las chuches y cállate" ;)