Que todos queremos lo mejor para
nuestros hijos es algo incuestionable. Hacemos esfuerzos titánicos en tiempo y
bolsillo y les ofrecemos pintura, natación, inglés, música y hasta talleres de
cocina a nuestros pequeños. Cuadramos horarios imposibles y los llevamos en un
corre - corre constante sin dejar tiempo
a nuestros hijos para ser eso, niños.
Mi buena amiga Yolanda me
comentaba ayer que su hija no quería asistir a sus clases de ballet la semana
pasada. – Mamá, no quiero cambiarme ahora, acabo de empezar a jugar con mis
muñecas. La pequeña de cinco años se resignó a jugar más tarde y se visitó con
rapidez para salir de casa en una fría tarde de lunes. Mi pequeña Pitagorina,
se levanta todos los martes diciendo que éste es su peor día de la semana. A
sus siete años ya sabe que los martes no puede relajarse un minuto.
¿Por qué nos estamos volviendo los padres tan
acelerados y competitivos?. El cambio
social al que asistimos en las últimas décadas tiene mucho que ver con ello. En
primer lugar, las familias son cada vez más pequeñas, la atención que los
padres repartían entre más de cuatro o cinco hijos ahora se centra en uno, dos
o como mucho tres niños. Luego está el consumismo que nos envuelve y que nos
genera la “imprescindible necesidad” de que a nuestros hijos no les falte lo
último del mercado: la wii, la ds, las monster high, los bey blade, etc. Y
quizás también cabe señalar la edad con la que ahora somos madres y que parece
que nos lleve a tener que hacer las cosas más deprisa.
A contaros todo esto me ha
llevado la lectura del libro “Elogio a la lentitud”, del autor Carl Honoré que
se ha convertido en un gurú de una nueva tendencia educativa: el slow parenting
“La vida no es una carrera; es un viaje, un descubrimiento para hacer
juntos”, afirma el autor.
Detengámonos un poco y
disfrutemos de nuestros hijos. Son niños una sola vez.
ilustración: Daniela Martínez (5 años)
Me encanta volver a leerte. No puedo estar más de acuerdo con lo que dices y, por supuesto, ya me he apuntado el nombre del libro.
ResponderEliminarUna de las razones que nos hizo decidirnos este curso a que yo ampliara mi excedencia maternal fue el hecho de que la enana, si yo trabajaba, iba a tener que ir al cole una hora antes (primeros del cole), quedarse a comedor y extraescolares, etc. Y todo eso para una niña de 3 años cumplidos en octubre que, por ejemplo, todavía dormía siesta. Nos daba penita, la verdad.
La llevamos a natación dos días a la semana, pero ya es más llevadero: llega del cole, come, duerme su siesta algunos días (otros no, poco a poco se está quitando ella solita la siesta), y luego se va feliz a nadar.
de todas formas...pues, a ver, no podemos permitirnos un curso más así :(
Hola kym, a mí me encanta reencontrarme contigo. No te preocupes, poco a poco se hacen mayores y entonces puedes organizarte mejor el tiempo y tu tiempo con ellos. Pero sí que es una suerte que tu peque te tenga en su primera infancia. Un beso enorme y seguimos en contacto. silvia
ResponderEliminarTotalmente deacuerdo!!
ResponderEliminarMi peque solo va a natación dos dias por semana, y yo voy con el, es un momento que compartimos juntos, pero algun día está cansado y no tiene ganas y hacemos algun plan alternativo..tampoco hay que saturarlos, son niños!!
Hola Miri¡¡, me alegra verte por aquí. Un abrazo¡
ResponderEliminarMe gusta mucho el dibujo.
ResponderEliminarGracias. Es obra de mi pequeña gran pintora¡¡. Le fascina pintar¡¡
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