viernes, 8 de noviembre de 2013

Restaura el corazón y muéstrate agradecido

Ilustración de Davor Pavelic
De vez en cuando deberíamos restaurar el corazón. Ya sabes, darle una buena capa de pintura. Y así en cada pincelada recordaríamos momentos bellos y personas importantes que lo dejaron "tocado", que lo hicieron grande y sensible que en algún momento le imprimieron fuerza. De vez en cuando deberíamos mostrarnos agradecidos. Hoy me ha emocionado leer en la red la carta que Albert Camus escribió a su profesor de Primaria, Louis Germain, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura.



Querido señor Germain:

Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo.


Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continuarán siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Lo abrazo con todas mis fuerzas.

Albert Camus

Hoy le he dado un abrazo a la profesora de mis hijas. La pérdida de uno de sus seres más queridos no le impide enfrentarse con una sonrisa a su trabajo diario con los niños. Ella, todavía mis hadas no lo saben, cincela y colorea el corazón de mis hijas.

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