Las hadas crecen. Aunque yo me
resista. A pesar de seguir pintando las
paredes de mi túnel de color rosa y sin que éste pierda su olor a dulces y a
palomitas. Yo quiero seguir vistiendo a las hadas igual, con una preciosa
lazada de color rojo dando brillo a sus melenas. Pero no, tengo que empezar a
resistirme. Mi pequeña Pitagorina hizo saltar ayer todas mis alarmas. De
compras, en la zapatería y mientras yo insistía en comprarle unas botas
determinadas, ella levantó la vista y me dijo: “mamá, si quieres yo me las
compro por ti pero que sepas que no me gustan y que tienes que empezar a
entender que mis gustos no son los tuyos”. Su papá me hizo un guiño de esos de “
no voy a meterme, pero tu hija lleva razón”.
Ilustraciones de Sophie Griotto |
Me gusta creer que educo a mis
hijas para que tomen sus propias decisiones, para que tengan autoestima, para
que escojan, se equivoquen y aprendan, para que sean felices. Obvio que muchas
veces me equivoco o que me pongo las manos en la cabeza cuando veo bajar a
Pizpireta con el look que ha escogido para el fin de semana. Verlas crecer es
lo más maravilloso que puede sucedernos a los padres. Siempre queremos lo mejor
para ellos, pero no siempre estamos en lo cierto y DEBEMOS PARAR A ESCUCHARLES
para entender sus necesidades, para comprenderlos y así no llegar a descubrir
un día que no tenemos ni idea de quién es esa/e jovencita/o que un día saltaba en nuestras faldas.
Esto no quiere decir que vaya a
dejar que mis hijas, que son pequeñas, hagan lo que les venga en gana. Lo que
sí quiero es que sean ellas mismas y no mi espejo. Si a Pitagorina le gusta
leer más que a Pizpireta, no voy a obligar más a mi pequeña que disfruta más
que la mayor con unos lápices de colores y un lienzo de papel. Una prefiere las
faldas y los vestidos y la otra es feliz con unas deportivas, una sudadera y un
tejano. Tenemos que dejarles construir su propia personalidad dentro del
respeto, la educación y el saber estar. Las flores son muy hermosas y no son ni
mucho menos de igual tonalidad, forma o tamaño. No sé si seré capaz, pero
voy a intentar no marcar todos y cada
uno de los pasos que dan mis pequeñas,
porque creo que hay pequeñas cosas que ya pueden decidir y que debo respetar o
al menos discutir. El no, porque no, no me parece ni útil ni constructivo. Hay
que dejar que se equivoquen, que se caigan y aprendan, si los sobreprotegemos,
si marcamos todos sus actos, si condicionamos todos sus gustos, no los
ayudamos. Mis pequeñas hadas vinieron con las alas de serie y a mí me toca
dejar que vuelen libres. Eso sí, por el buen camino. Qué difícil educar.
Ilutraciones de Sophie Griotto |
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