martes, 3 de enero de 2012

Cuando la comida es un reto cada día


Mi pequeña Pizpireta no me come. Cada día me enfrento a un "a ver qué tal hoy" cuando se sienta a la mesa y es que a sus cinco añitos ya podría ella sola redactar un manual sobre excusas para no comer. A saber:
Esto tiene rojo, esto tiene verde, esto está caliente, ahora está frío, la sopa está muy espesa o bien muy clara. Hoy me duele la tripa, tengo un poco de dolor de cabeza.¡¡Ha tenido flato hasta en la pierna¡¡¡ Ayer probé esto en casa de mi amiguita y ya entonces no me gustó o bien me suelta un "mami, cuando tenga 7 años como mi hermana probaré los guisantes con jamón". En fin, es tal su ingenio que hasta tengo que reñir a su papi porque no puede evitar desternillarse de la risa ante el nuevo comentario del día.
¿Qué hacer?, no sé. Ella crece alta y delgada y raras veces se enferma por lo que su pediatra me dice que no debo preocuparme porque cada niño come lo que necesita. Probablemente y aunque me fastidie se parece a mí cuando era pequeña. Según mamá yo me crié comiendo arroz del puchero, huevo pasado por agua y pan con nocilla. En fin, resulta gracioso explicarlo pero estoy segura que las mamás que como yo tienen un hijo/a que es mal comedor entienden mi preocupación o mejor, mi desesperación.
Esta semana que hemos estado fuera, mi peque decidió que no comía porque a ella sólo le gusta la comida de casa y os aseguro que bien poco ha comido. Ni supernany ni Estivill, nada de nada. Creo que es muy consciente de cómo me agobia que no coma así que vamos a pasar al plan B que en otra ocasión me funcionó. Os cuento: Un día llegó la hora de comer y puse la mesa para todos a excepción de su cubierto y su plato. Ni dejé su silla. "¿Dónde está mi plato mami?", preguntó extrañada a lo que yo respondí descuidada: "cariño, no lo he puesto. Vete tranquila a jugar un rato, ya que no comes, no hace falta que estés en la mesa con nosotros.". Bueno, ni imaginas la cara de sorpresa de mi hija que pasó del no entiendo nada a la desesperación y al llanto para sentarse a comer.
Me funcionó bastante bien y no hizo falta enfadarse. Creo que nuestros hijos saben cómo llamar nuestra atención y también que muchas veces nos preocupamos demasiado. Hoy Pizpireta ha comido su plato de lentejas, se ha dejado un poquíto. No la he obligado a comerse el resto pero cuando después de su postre me ha pedido galletas sí le he dicho que no. "Si no puedes acabarte las lentejas, no hay galletas mi amor. Tendrás que esperar a la merienda". Y así andamos, día tras día a ver quién de las dos gana la batalla.

2 comentarios:

  1. Vaya con pizpireta!, nosotros leimos el libro de " mi niño no me come" y empezamos a relajarnos a la hora de la comida, hay dias que come mejor, otros no tiene ganas, asi que intentamos tomarnoslo con calma, a fin de cuentas, ellos comen lo que necesitan, y a veces pensamos que si no estan rechonchos no han comido suficiente jeje

    un abrazo

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  2. Felicidades por el artículo y tu blog. Me encanta cómo comentas, las inquietudes a las que debe enfrentarse las madres con sus hijos. Es una labor muy pedagógica.

    Saludos!!
    Jose Antonio
    http://joseantonioantequera.blogspot.com/
    (Premios20Blogs)

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