miércoles, 16 de noviembre de 2011

breve relato de un pequeño terror nocturno


A las 04:00h de la madrugada de hoy me he despertado sobresaltada al escuchar a Pitagorina llamarme sin consuelo. Me he levantado deprisa y la he encontrado de pie, buscando sus zapatillas y su batita. Estaba soñando despierta y su angustia era evidente: “mami, los deberes, no he hecho los deberes”, me decía agitada. “No cariño, claro que los has hecho”, he intentado calmarla yo. Cuando he visto que no la convencía, me he limitado a decirle que no se preocupara que mañana, por hoy, los hacíamos juntas y así he logrado meterla de nuevo en la cama. Al segundo ya estaba dormida. La que después no ha pegado ojo he sido yo. La verdad es que mis hijas no han sufrido terrores nocturnos, quizá porque duermen juntas desde que tienen uso de razón o porque desde pequeñas yo atrapo sus sueños malos cuando les doy un beso antes de dormir.

Pitagorina se hace mayor y en ese camino, como a todos, nos acechan los temores y las responsabilidades de la vida cotidiana. Había tenido un día agitado y su “estrés”salió por la noche en forma de pesadilla. Esta mañana no se acordaba de nada. Por supuesto sus deberes estaban listos en la mochila.


Por si os interesa, os adjunto este artículo de interés publicado en www.guiainfantil.com


Pesadillas de los bebés y niños

Por lo general, las pesadillas empiezan a los dos años aunque sean más comunes en niños de tres a seis años de edad. No se sabe la causa, pero dicen que están relacionadas con el estrés y la ansiedad de los niños. Las pesadillas ocurren durante el sueño ligero y su frecuencia es muy relativa. Hay niños que tienen pesadillas de forma muy seguida, otros menos, y otros no llegan a tenerlas. En la mayoría de los casos, las pesadillas no suponen un motivo de preocupación para los padres. Lo importante es saber cómo actuar en el caso de que tu hijo sufra una pesadilla.

¿Qué debemos hacer?
Prevención.
Los padres deben estar atentos a lo que ven sus hijos en la televisión, especialmente antes de la hora de irse a dormir.
Estar preparados.
Como las pesadillas no se pueden evitar y no avisan cuando vienen, los padres deben estar seguros de oír a sus hijos por si lloran durante la noche y acudir enseguida.
Atender a los niños.
Durante una pesadilla, los padres deben atender a sus hijos lo antes posible. Los niños necesitan de ayuda y de consuelo.
Tranquilizar al niño.
Los niños deben sentirse protegidos. Háblales con voz calmada para que sepan que te quedarás con él si así lo desea, pero que está bien que vuelvan a dormirse.
Quedarse con el niño.
Quédate con él hasta que se haya calmado y se vuelva a dormir.
Mantener la calma.
Aunque sea desconcertante para los padres ser despertados súbitamente por los gritos y el llanto de sus hijos, hay que mantener la calma. Los niños notarán si los padres se encuentran nerviosos y no les servirá de nada. Solo los padres calmados podrán ayudar a sus hijos.
Charlar acerca de la pesadilla:
Si los niños lo desean, podréis charlar con ellos acerca de sus pesadillas. Los padres deben ayudar a sus hijos para que piensen y discutan formas de sobreponerse a las cosas que en el sueño les asustaron. Deben ayudarles a que inventen un final feliz para el sueño.

¿Qué NO debemos hacer?
- No despiertes al niño. Si los niños lloran, pero todavía están dormidos, no es necesario despertarlos. Debes quedarte con tus hijos hasta que despierten o se vuelvan a dormir en paz.
- No le lleves a tu cama. Y tampoco te subas a su cama.
- No le digas que las pesadillas no son reales. Conviene explicar a los niños qué es un sueño y que todos los tenemos.

Terrores nocturnos

Los terrores nocturnos afectan a un 3 por ciento de los niños, principalmente entre los 4 y 12 años, se resuelven espontáneamente en adolescencia. Suelen aparecer a primeras horas de la noche. El niño está agitado, llora, grita, suda y se percibe que está angustiado. En los terrores nocturnos, muy frecuentemente, el niño no recordará nada de lo que le ha causado ese malestar, por tanto, no se le debe interrogar esperando que nos cuenten lo sucedido. Si insistimos, no generaremos más que confusión.

Hay que diferenciar los terrores nocturnos de las pesadillas, que se producen más frecuentemente al final de la noche, y donde el niño puede contarnos lo que ha vivido en el sueño (ensueño). Los terrores nocturnos pueden ser desencadenados por fiebre, falta de sueño y medicamentos que actúen a nivel del sistema nervioso central.

Niño sonámbulo

El niño sonámbulo se levanta de su cama y, permaneciendo dormido, hace actividades que pueden ser habituales. La edad más frecuente de aparición es entre los 4 y 8 años y se resuelve espontáneamente en la adolescencia. La fiebre, la falta de sueño y algunos medicamentos actúan como factores causantes. Se debe consultar para establecer estrategias que eviten riesgos en estos niños.

Niños que hablan durmiendo

La somniloquia esla emisión de palabras durante el sueño. No constituye ningún problema y no requiere tratamiento.

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