domingo, 11 de noviembre de 2012

Mis hadas vienen con las alas de serie, aunque yo me resita




Las hadas crecen. Aunque yo me resista.  A pesar de seguir pintando las paredes de mi túnel de color rosa y sin que éste pierda su olor a dulces y a palomitas. Yo quiero seguir vistiendo a las hadas igual, con una preciosa lazada de color rojo dando brillo a sus melenas. Pero no, tengo que empezar a resistirme. Mi pequeña Pitagorina hizo saltar ayer todas mis alarmas. De compras, en la zapatería y mientras yo insistía en comprarle unas botas determinadas, ella levantó la vista y me dijo: “mamá, si quieres yo me las compro por ti pero que sepas que no me gustan y que tienes que empezar a entender que mis gustos no son los tuyos”. Su papá me hizo un guiño de esos de “ no voy a meterme, pero tu hija lleva razón”.
Ilustraciones de Sophie Griotto
Me gusta creer que educo a mis hijas para que tomen sus propias decisiones, para que tengan autoestima, para que escojan, se equivoquen y aprendan, para que sean felices. Obvio que muchas veces me equivoco o que me pongo las manos en la cabeza cuando veo bajar a Pizpireta con el look que ha escogido para el fin de semana. Verlas crecer es lo más maravilloso que puede sucedernos a los padres. Siempre queremos lo mejor para ellos, pero no siempre estamos en lo cierto y DEBEMOS PARAR A ESCUCHARLES para entender sus necesidades, para comprenderlos y así no llegar a descubrir un día que no tenemos ni idea de quién es esa/e jovencita/o  que un día saltaba en nuestras faldas. 
Esto no quiere decir que vaya a dejar que mis hijas, que son pequeñas, hagan lo que les venga en gana. Lo que sí quiero es que sean ellas mismas y no mi espejo. Si a Pitagorina le gusta leer más que a Pizpireta, no voy a obligar más a mi pequeña que disfruta más que la mayor con unos lápices de colores y un lienzo de papel. Una prefiere las faldas y los vestidos y la otra es feliz con unas deportivas, una sudadera y un tejano. Tenemos que dejarles construir su propia personalidad dentro del respeto, la educación y el saber estar. Las flores son muy hermosas y no son ni mucho menos de igual tonalidad, forma o tamaño. No sé si seré capaz, pero voy  a intentar no marcar todos y cada uno de los pasos que dan  mis pequeñas, porque creo que hay pequeñas cosas que ya pueden decidir y que debo respetar o al menos discutir. El no, porque no, no me parece ni útil ni constructivo. Hay que dejar que se equivoquen, que se caigan y aprendan, si los sobreprotegemos, si marcamos todos sus actos, si condicionamos todos sus gustos, no los ayudamos. Mis pequeñas hadas vinieron con las alas de serie y a mí me toca dejar que vuelen libres. Eso sí, por el buen camino. Qué difícil educar.

Ilutraciones de Sophie Griotto

No hay comentarios:

Publicar un comentario